7/6/11

La conexión física en el matrimonio


La conexión física debe ser la última en el proceso integral de conexión en el matrimonio. Después de una buena conexión espiritual y emocional, entonces está preparado el ambiente para una relación íntima de alta calidad.
La conexión física que no incluye las dos anteriores, es solo sexo superficial y egoísta. Una relación fundamentada en solamente este aspecto tiende a no durar mucho.
I Corintios.7:3-5 dice: “El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido”
La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de la falta de dominio propio.
La palabra de Dios nos enseña que los esposos no deben negarse el uno al otro, para evitar las tentaciones del enemigo. En otra versión dice que no deben robarse el placer al que tienen derecho como esposos. Es evidente que el propósito de Dios es que las parejas se disfruten mutuamente, siendo la prioridad del marido proporcionar ese placer a su mujer y la de la mujer, satisfacer al marido. Si ambos se proponen obedecer a la palabra de Dios, la probabilidad de que disfruten de su relación es mucho mayor.
Eso implica que ambos cónyuges deben ser muy creativos en su vida íntima, para que no caigan en la rutina que muchas veces vuelve aburrida la relación sexual. Deben esforzarse por ponerle sabor y picardía a sus encuentros sexuales, de manera que los puedan disfrutar al máximo, dentro de los parámetros bíblicos.
Recuerden orar juntos, tratarse con consideración y amor mutuamente, ya que estos elementos son indispensables para poder disfrutar de una excelente relación íntima. Tomen la decisión hoy mismo de trabajar por su vida espiritual, fomentar buenos hábitos de vida emocional e invertir tiempo y recursos para desarrollar una buena vida de intimidad.
Tú matrimonio y tu familia es el tesoro más valioso que Dios te ha dado.
¡CUÍDALO!

Tenemos la mente de Cristo


1 Corintios.2:16
La mejor vida para usted es la que el Creador ha concebido. Él ha dado a los creyentes todo lo que necesitan para parecerse más a él, y para que logren todo lo que ha planeado para ellos. Y puesto que nuestra manera de pensar es de vital importancia en este proceso, el Señor nos ha dado la mente de Cristo. Ahora tenemos la capacidad de pensar como él lo hace, y ver las situaciones desde su perspectiva.
Esta capacidad maravillosa de alinear nuestros pensamientos con los de él, es un don que recibimos de Dios en el momento que somos salvos. Pero su práctica es responsabilidad nuestra. Todos venimos a Cristo con una mente que ya ha sido "Programada" en un u otro grado. Por ejemplo, un niño que crece escuchando comentarios humillantes, probablemente los incorporará a su concepto de quién es él, y de lo que puede lograr en la vida. Además, este sistema del mundo está tratando constantemente de meternos en su molde, y Satanás trata de inyectar sus mentiras en nuestro pensamiento.
Si queremos experimentar la vida abundante que el Señor quiere que tengamos, los viejos pensamientos que no armonizan con la Palabra de Dios deben ser reemplazados con la verdad. Por eso, tenemos que filtrar los pensamientos de cada día. Si cooperamos con Dios en este proceso permanente, nuestras vidas serán transformadas.
Compare sus pensamientos, actitudes y creencias con las enseñanzas bíblicas. Si no coinciden, rechácelos, y llene su mente con las verdades de las Sagradas Escrituras. Puesto que el Señor nos ha capacitado para pensar de manera correcta, cultivemos la mente de Cristo en nosotros.

23/5/11

Mantén la Unidad


Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo. 2 TS.3:5

«En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros» (Juan.13:35). Detente y medita en este versículo por un minuto. ¿Podría ser que la unidad sea la llave para ganar el mundo para Cristo?
Si la unidad es el secreto de la evangelización, ¿No debía tener precedencia en nuestras oraciones? ¿Deberíamos, como dijo Pablo, «Ser solícitos en guardar la unidad del espíritu en el vínculo de la paz» (Efesios.4.3)? Si la unidad es importante para Dios, ¿No debería también serlo para nosotros? Si la unidad es una prioridad en el cielo, ¿No debería serlo también en la tierra?
En ningún lugar, dicho sea de paso, se nos dice que construyamos la unidad. Se nos dice sencillamente que guardemos la unidad. Desde la perspectiva de Dios, solo hay «Un rebaño y un pastor» (Juan.10.16). La unidad no necesita crearse: Solo necesita protegerse.
¿Cómo lo hacemos? … ¿Querrá decir que debemos ser flexibles en nuestras convicciones? No. ¿Querrá esto decir que debemos abandonar las verdades que atesoramos? No. Pero sí quiere decir que debemos pensar bien las actitudes que asumimos.

Él que nos libra


“Porque él librará al menesteroso que clamare, y al afligido que no tuviere quien le socorra.” Salmo 72:12.
El menesteroso clama; ¿Qué otra cosa podría hacer? Su clamor es oído por Dios; ¿Qué otra cosa necesitaría hacer? El lector menesteroso necesita ponerse a clamar de inmediato, pues esto será su sabiduría. No clames a los oídos de amigos, pues incluso si pudieran ayudarte sería únicamente debido a que el Señor los capacita para ayudarte. La ruta más rápida es acudir directamente a Dios, y hacer que tu clamor suba delante de Él. La línea recta permite correr mejor: corre al Señor, y no acudas a las causas secundarias.
“¡Ay!”, —clamas—“No tengo ni amigos ni ayudadores”. Es mucho mejor así; puedes apoyarte en Dios bajo ambas carencias: sin provisiones y sin ayudadores. Haz de tu doble necesidad tu doble súplica. Incluso en lo relativo a las misericordias temporales puedes esperar en Dios, pues Él se preocupa por Sus hijos en estos asuntos temporales. En cuanto a las necesidades espirituales, que son las más abrumadoras de todas, el Señor oirá tu clamor, y te liberará y te abastecerá.
Oh, amigo pobre, prueba a tu Dios rico. Oh, tú que eres desvalido, apóyate en Su ayuda. Él nunca me ha fallado, y estoy seguro de que nunca te fallará. Acude como un mendigo, y Dios no rehusará darte ayuda. Ven sin otro argumento que Su gracia. Jesús es Rey, ¿Acaso te dejará perecer por causa de tu necesidad? ¡Cómo! ¿Olvidaste esto?

Confianza en Dios


Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Jeremías.17.5
¿Cómo hemos de entender esta dramática declaración a la luz de pasajes como el de
1 Corintios.13.7, donde el apóstol Pablo afirma que el amor «Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta»? ¿Será que el profeta Jeremías está condenando toda actitud de confianza en el prójimo? ¿Nos estará invitando a transitar por esta vida con una postura de permanente desconfianza hacia todo?
Si usted alguna vez ha estado en contacto con una persona que es, por naturaleza, desconfiada, seguramente me dirá que esto no puede ser lo que tenía en mente el profeta. ¡Y tiene razón! El desconfiado es aquella persona que piensa que los demás siempre quieren sacarle ventaja. Cuando se le presenta una oferta atractiva, inmediatamente comienza a buscar dónde está la trampa en el asunto. Mira el mundo y se dice a sí mismo: «Si yo no velo por mis propios intereses, nadie lo va a hacer». Está convencido de que si deja esta postura de vigilancia permanente, los demás se aprovecharán de él y le harán daño. Es muy difícil llegar a entablar una relación íntima con él, porque la sospecha todo lo contamina. En resumen, es evidente que en tales personas no está operando la gracia de Dios sino el temor de los hombres.
¿A qué, pues, se refiere el profeta? El resto del versículo nos da claros indicios acerca del problema que denuncia. Habla de la persona que ha renunciado a depositar su confianza en Dios para depositarla en los hombres. La confianza a la cual el Señor invita a todos los hombres, consiste en permitir que «él sea nuestro Dios y nosotros seamos su pueblo». Es decir, que nosotros dejemos que él provea para nuestras necesidades, guíe nuestras decisiones y sea nuestro consuelo en tiempos de crisis. El hombre que ha escogido confiar en los hombres y hacer de la carne su fortaleza ha decidido transferir estas atribuciones a otros hombres: pretende que ellos provean para sus necesidades, le guíen en sus decisiones y lo consuelen en tiempos de crisis.
En realidad, estos comportamientos son parte de nuestras relaciones con otros. Muchas veces otros proveen para nosotros, nos orientan en tiempos de confusión y proveen consuelo en momentos de crisis. En esto está la bendición de poder disfrutar de relaciones profundas e íntimas con otros, y lo recibimos como un regalo. El problema radica en pretender que los demás siempre cumplan con estas funciones en nuestras vidas. Una vez que transferimos esta carga a otros, cada vez que nos fallen nos sentiremos traicionados, defraudados o desilusionados. La esencia del problema, no obstante, no es lo efímero de nuestras relaciones con los demás, sino que pretendamos recibir de los hombres lo que solamente Dios puede dar. Quien busca entre los seres humanos lo que el Señor se ha comprometido a darnos se abrirá a una vida de desilusiones constantes.

11/2/11

Un bocado de bondad


1 JUAN 3.17
León Tolstoi, el gran escritor ruso, cuenta sobre una ocasión en que caminaba por una calle y pasó un mendigo. Tolstoi buscó en su bolsillo para darle al mendigo una moneda; pero el bolsillo estaba vacío. Se volvió al hombre y le dijo: «Perdona, hermano, pero no tengo nada que darte».
Al mendigo se le iluminó el rostro y le respondió: «Me has dado más de lo que te pedí: Me has llamado hermano».
Para el amado, una palabra de afecto es un bocado, pero para el hambriento de amor, una palabra de afecto puede ser un festín.

8/2/11

Jesús entiende


ISAÍAS.53:4

Jesús sabe cómo te sientes. ¿Estás bajo presión en el trabajo? Jesús sabe cómo te sientes. ¿Has tenido que hacer más de lo que es humanamente posible? Él también. ¿Toman de ti más de lo que dan? Jesús comprende. ¿No te obedecen tus adolescentes? ¿No se esfuerzan tus estudiantes? Jesús te comprende.
Para Él vales mucho. Tanto que se hizo igual a ti para que pudieras acercarte a Él.
Cuando luchas, Él oye. Cuando lo añoras, Él responde. Cuando preguntas, Él escucha. Él ha pasado por todo eso.

El Libro incomparable


Santiago. 1:22-25
¿Lees la Biblia? ¿Todos los días? preguntó Raquel con una expresión en el rostro que parecía que se hubiera atragantado.
He aprendido mucho por medio de la Biblia; comentó Susana.
Qué tonta se burló Raquel. Mi mamá siempre dice que la Biblia no es más que un montón de cuentos. ¿Sabes? las otras religiones también tienen sus libros. Hay muchos libros buenos para leer aparte de la Biblia.
Noticia de último momento: No todo el mundo respeta la Biblia como los cristianos. Algunos creen que la Biblia es un libro religioso entre muchos que nos hace bien si los leemos. Para ellos, la Biblia es un libro más.
Eso es un mito. La Biblia no es uno entre muchos grandes libros. Es un gran libro único. No existe otro como él.
La Biblia no es un libro cuya lectura simplemente escuchamos o leemos. Es un libro que ponemos en práctica y obedecemos. Las cosas buenas que la Biblia hace en nuestra vida como edificar nuestra fe en Dios y con frecuencia hacer que nuestra vida sea más segura, feliz y más altruista nunca suceden por sencillamente poseer una Biblia o leer la Biblia o creer lo que la Biblia dice o llevar una Biblia. Nos beneficiamos de este libro único cuando lo experimentamos y dejamos que cambie nuestros pensamientos, palabras y acciones. Santiago dice que si no somos hacedores de la palabra, nos engañamos a nosotros mismos (Santiago 1:22).
La Biblia presenta un mensaje asombroso. Fue escrita
• En un lapso de 1.500 años
• En tres continentes
• Por más de 40 autores de distintas nacionalidades, personalidades, posiciones sociales y antecedentes
Los autores de la Biblia eran sorprendentemente distintos entre ellos pero presentaron un mensaje admirablemente constante. La Biblia presenta paso a paso una sola historia de principio a fin: Dios obrando para salvar a la humanidad.
La Biblia es única. No es para depositarla en el estante al lado de las enciclopedias y libros grandes e importantes del pasado. Es mucho más que una gran obra literaria. Su mensaje transforma la vida. La Biblia es la Palabra de Dios, y es un libro único e incomparable, siempre digno de ser escuchado y de ser puesto en práctica.

14/1/11

Tal como eres


Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús.
FILIPENSES.2:5

Es peligroso resumir grandes verdades en una declaración, pero voy a intentarlo. Si una oración o dos pudieran captar el deseo de Dios en cuanto a cada uno de nosotros, podría leerse como sigue:
Dios te ama tal como eres, pero no quiere dejarte así. Quiere que seas como Jesús.

Dios te ama tal como eres. Si piensas que su amor por ti sería más fuerte si tu fe lo fuera, estás equivocado. Si piensas que su amor sería más profundo si tus ideas lo fueran, otra vez estarías equivocado. No confundas el amor de Dios con el amor de las personas. El amor de la gente a menudo aumenta con la actuación y decrece con los errores. No es así con el amor de Dios. El te ama ahí donde tú estás.

13/1/11

Pensando en ti


Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.
FILIPENSES .4:6

El cielo no distingue entre el domingo por la mañana y el miércoles por la tarde. Dios anhela hablar con tanta claridad en el centro de trabajo como lo hace en el santuario. Anhela que lo adoremos también cuando nos sentamos en la mesa de comer y no solo cuando vamos a la mesa de la comunión. Puedes pasar días sin pensar en Él, pero no hay un momento en que Él no esté pensando en ti.
Sabiendo esto, entendemos el riguroso objetivo de Pablo:
Llevar «Cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo» (2 Corintios.10:5)
Podemos comprender por qué nos insta a «Orar sin cesar» (1 Tesalonicenses.5:17)
A ser «Constantes en la oración» (Romanos.12:12)
Y a «Perseverar en la oración» (Colosenses.4:2)

Genuino corazón pastoral


Aconteció que al día siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habéis cometido un gran pecado, pero yo subiré ahora a donde está Jehová; quizá le aplacaré acerca de vuestro pecado. Entonces volvió Moisés ante Jehová y le dijo: Puesto que este pueblo ha cometido un gran pecado al hacerse dioses de oro, te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro que has escrito.
(Éxodo 32.30–32)
¿Quién de nosotros no hubiera desesperado al andar con este pueblo, tan propenso al mal, tan duro de corazón? A cada vuelta de su peregrinaje caían otra vez en pecado, provocando continuamente a Dios con sus abominaciones.

Como pastores sabemos bien lo que es luchar con un pueblo que no responde. Hemos tratado por años con personas que vuelven una y otra vez, como el perro a su vómito, al mismo comportamiento pecaminoso. Hemos dedicado horas de consejería y asesoramiento pastoral a otros que, sin embargo, vuelven a caer ni bien los soltamos por un momento. Hemos invertido mucho tiempo y esfuerzo en líderes que nos defraudan. Muchas veces lo único que vemos es lo reiterativo de los patrones pecaminosos que nos atan y derrotan.
Moisés reprendió duramente al pueblo por la magnitud de su pecado. Habían ofendido profundamente la santidad de Dios, y su rebeldía había encendido la ira de Jehová. Lo que habían hecho era inadmisible desde todo punto de vista. El profeta no dudó en explicar la gravedad de la situación a los israelitas. Se ofreció, a pesar de esto, a subir a la presencia de Dios para hablar con él acerca de la situación, aunque se mostró escéptico en cuanto al éxito de dicha empresa.
Note, sin embargo, cuán diferente es el tono de la conversación de Moisés con el Señor. Sin minimizar en forma alguna la enormidad del pecado, Moisés le pidió a Jehová que perdonara el pecado de los israelitas. No dudó en hacerle saber al Señor que él estaba plenamente identificado con el pueblo. Si les correspondía castigo, él no quería ser dejado de lado. En esencia, le estaba diciendo a Dios: «Castígalos si es necesario, pero quiero que sepas que yo me hago uno con ellos».
Qué maravillosa ilustración de ese misterioso vínculo que nos une con el pueblo.
Esta es la esencia del corazón pastoral. El pueblo muchas veces nos cansa. Nos sentimos desanimados. Juntamente con el apóstol Pablo testificamos que «Se añade cada día: La preocupación por todas las iglesias. ¿Quién enferma y yo no enfermo? ¿A quién se le hace tropezar y yo no me indigno?» (2 Corintios. 11:28–29). A veces queremos abandonar la tarea de pastorear, pero Dios ha puesto en nosotros un amor que no nos deja tranquilos. Son nuestro pueblo, en las buenas y en las malas. Sus victorias son nuestras victorias. Sus derrotas son también nuestras derrotas. ¡Esta es nuestra bendita carga!

Oración:
Tome un momento ahora para darle gracias a Dios por el pueblo en medio del cual le ha puesto para pastorear. Pídale al gran Pastor que reavive una vez más en usted su pasión por estas vidas. Clame para que le dé el mismo espíritu tierno y bondadoso que él tiene para con nosotros. ¡Bendiga a los suyos, a pesar de lo que son, pues para esto ha sido llamado!