4/12/12

Venderse al enemigo

Los hebreos que desde tiempo antes habían estado con los filisteos, y que desde los alrededores habían subido con ellos al campamento, se pusieron también del lado de los israelitas que estaban con Saúl y con Jonatán. 1 Samuel 14.21 El capítulo 14 del primer libro de Samuel relata la extraordinaria hazaña de Jonatán, el cual subió contra los filisteos solamente acompañado por su paje de armas. El Señor premió su valentía con tan increíble victoria que movilizó a Saúl y a las tropas que estaban con él, que habían estado paralizadas por la indecisión. La iniciativa del joven guerrero desencadenó una serie de sucesos, uno de los cuales detalla el texto de hoy: los israelitas que se habían vendido al enemigo decidieron volver a unir sus vidas a la de sus compatriotas. ¿Qué hacían estos hombres colaborando con los filisteos? ¿Cómo podían haberse pasado a las filas de aquellos que constituían un tormento permanente para el pueblo de Dios? Para entender la razón de su decisión necesitamos saber que Israel se encontraba en una situación bastante desesperante. Los filisteos, que tenían el monopolio en la fabricación de espadas, habían subido para batallar contra ellos. Entre los seiscientos hombres que acompañaban al desafortunado rey Saúl había solamente dos espadas, las cuales estaban en manos del rey y su hijo. ¿Cómo podían estos hacerle frente a un ejército fuertemente armado? Algunos de los hebreos, viendo que estaban perdidos, decidieron echar su suerte con los que seguramente iban a triunfar, los filisteos. De ninguna manera querían estar del lado de los perdedores. Esta decisión revela el profundo deseo de las personas de formar parte del grupo de los que triunfan en la vida. El éxito casi siempre viene de la mano del respeto y el reconocimiento de los que están a nuestro alrededor y, por haber crecido en un mundo caído, esto satisface el intenso anhelo de ser aceptados por los demás. El problema es que este deseo nos puede llevar a buscar la aprobación sin medir el precio que haya que pagar, aun hasta el punto de «vender nuestra alma por un plato de lentejas». Cómo líderes debemos estar en guardia contra el deseo de agradar a los demás. En ocasiones estamos tan desesperados porque nuestro proyecto prospere, nuestra congregación crezca o nuestro programa logre buena asistencia, que estamos dispuestos a echar mano a cualquier método a fin de alcanzar esa meta. Sin percatarnos, podemos comenzar a negociar con los principios de un ministerio aceptable a los ojos de Dios. Aun podemos llegar a cruzar a las filas del enemigo, incorporando las técnicas, las filosofías y los principios que aseguran el éxito en el mundo. De allí que muchos pastores se mueven más como gerentes que como siervos. Nosotros, sin embargo, hemos sido llamados a estar firmes en los principios del reino. Nuestra suerte está echada con Jesucristo, y no debemos claudicar, aun si pareciera que el enemigo nos tiene cercados. Las verdades de Dios no son negociables y él respalda la vida de aquellos que se mantienen firmes inclusive cuando la mayoría se haya vendido al enemigo. ¡Aun así, seguimos siendo mayoría! Para pensar: « ¡Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza y no mira a los soberbios ni a los que se desvían tras la mentira!» (Sal 40.4)

28/11/12

Errores De Nuestros Padres

“Zacarías hizo lo malo a los ojos del Señor, igual que sus antepasados. Se negó a apartarse de los pecados que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo cometer a Israel.” - 2 Reyes 15.9 El que diga que viene de una familia perfecta es un mentiroso o está en profunda negación y engaño. El identificar que tu familia es disfuncional o que tiene elementos no sanos, no significa que te estés quejando o diciendo que odias a tus padres o hermanos. El decir “mi familia no es perfecta,” no es un acto de traición. El reconocer el hecho, simplemente nos permite tratar algunas de las cosas que no queremos reproducir en nuestra vida o en nuestra propia familia. Al ver las historias en el Viejo Testamento vemos que habían muchas familias disfuncionales. Había muchas cosas que necesitaban ser tratadas y cambiadas cuando los antepasados morían y los miembros jóvenes tomaban el mando. El problema fue que la mayoría de los hijos hicieron las mismas cosas estúpidas que sus padres o antepasados hicieron. Al haber fallado en tratar esas cosas, terminaron condenados a repetir los errores del pasado. Yo sé que mi familia no es perfecta. Como muchas familias, tenemos nuestros secretos, tenemos temas de los que nadie quiere hablar, tenemos individuos que manipulan situaciones y emociones, tenemos personas tercas y tenemos personas débiles; tenemos alcohólicos, tenemos adictos al trabajo, adictos al apostar, adictos sexuales, fariseos, gente con muy pocos límites y gente con limites demasiado estrictos. También tenemos viudas, viudos, sobrevivientes al cáncer, sobrevivientes al abuso, sobrevivientes a la guerra y héroes de guerra. Tenemos mujeres que son ejemplo de fuerza, hombres ejemplo de fuerza divina, gente desinteresada y entregada. Como la mayoría de las familias, tenemos lo bueno y lo malo. asumo que tu familia tiene elementos similares, ambos buenos y malos. Asumo que en lo profundo de tu ser deseas tener un futuro provechoso, lleno de paz y alegría. Si quieres tener un futuro sano y bueno, necesitarás ser honesto sobre el pasado de tu familia. Hoy, cuáles son algunas cosas no saludables de tu familia que no quieres reproducir o perpetuar? El pasado esta destinado a repetirse en ti, en tu familia y en tu futuro, si no comienzas a hacer algunos cambios hoy. Ama a tus padres y a tu familia, pero eso no significa que tengas que cometer los mismos errores.

25/11/12

¿Con qué combate usted en su liderazgo?

“El verdadero combate empieza cuando uno debe luchar contra una parte de sí mismo. Pero uno sólo se convierte en un verdadero líder cuando supera estos combates.” Ser líder es un desafío, estar en posición de liderazgo no significa que lo ha alcanzado todo o que lo sabe todo. El hecho de ser líder no significa que usted es perfecto o perfecta, por el contrario es cuando más nos ven nuestras imperfecciones. Ser líder es estar en la mirada de muchos y a muchos líderes no nos gusta estar en la mirada de muchos. Y es que todo líder enfrenta una serie de combates contra sus enemigos interiores. ¿Con qué combate usted en su liderazgo? Mantener la integridad. ¿Estoy haciendo lo correcto? Cuando usted es integro en sus palabras y acciones los demás le seguirán porque confían en usted. Falta de confianza. ¿Confío en las personas? ¿Soy confiable para mi equipo? Los líderes que tienen confianza en sus colaboradores suelen tener éxito. La confianza se da por el ejemplo. Inseguridad. ¿Me siento seguro? ¿Me comparo con otros? Los líderes seguros sirven a su gente, no “golpean” o “maltratan” a sus colaboradores. La seguridad comienza cuando dejas de compararte y de excusarte en la posición que ocupas, y empiezas a servir a otros. La grandeza del liderazgo es dado por el servicio que prestas a otros. Falta de delegación. ¿Estoy haciendo solo(a) el trabajo? El delegar tiene que ver también con la falta de confianza, al pensar que si lo hago estoy siendo eficiente. Cuando se delega se establece un buen ambiente de trabajo. Temor a enfrentar los conflictos. ¿Me cuesta confrontar a los colaboradores? Hay cierto temor a encarar abiertamente el problema, el confrontar no es divertido pero es necesario a la hora de buscar resultados en el que todos salgan ganando. El miedo a fracasar. ¿Tengo miedo a fallar? Muchos líderes tienen temor a fallar por eso no se arriesgan o no buscan mejorar o innovar, y se esconden en excusas para no intentar alcanzar el éxito. Ellos desconocen que del fracaso podemos aprender, que lo importante no es no caer sino levantarse cuando se ha caído. Es mejor fracasar al intentarlo, que dejar de triunfar por temor a fracasar. Orgullo. ¿Tengo orgullo en mi vida? No hay nada más peligroso que un líder orgulloso. El orgullo es un hilo muy delgado que muchas veces no nos damos cuenta que somos orgullosos. El considerarnos superiores, el pensar que todo lo sabemos, que no necesitamos a nadie y el pensar que no tenemos luchas. Un líder debe ser lo suficientemente humilde para entender que no lo sabe todo, que necesita a otras personas para crecer y ser mejor en su liderazgo. “Dichosos aquellos que pueden aceptar sus luchas internas y se dedican a combatirlas para mejorar sus vidas.” Pedro Sifontes ¿Con cuáles otras cosas están luchando en su liderazgo? ¿De las siete mostradas con cuál o cuáles se identifica? ¿Qué pasos dará en su vida para combatir aquellas cosas que le impiden mejorar su liderazgo? Espero haber contribuido un poco en su desarrollo como líder.

22/11/12

Las olas

Un niño se hizo un barquito de madera y salió a probarlo en el lago, pero sin darse cuenta, el barquito impulsado por un ligero viento fue más allá de su alcance. Apenado corrió a pedir ayuda a un muchacho mayor, que se hallaba cerca, que le ayudara en su apuro. Sin decir nada el muchacho empezó a levantar piedras y echarlas, al parecer en contra del barquito; el pequeño pensó que nunca tendría su bote otra vez y que el muchacho grandote se estaba burlando de él; hasta que se dio cuenta que en vez de tocar el bote cada piedra iba un poco más allá de este y originaba una pequeña ola que hacia retroceder el barco hasta la orilla. Cada piedra estaba calculada y por último el juguete fue traído al alcance del niño pequeño, que quedó contento y agradecido con la posesión de su pequeño tesoro. A veces ocurren cosas en nuestra vida que parecen desagradables, sin sentido ni plan y hasta nos parece que más nos hunde; pero si esperamos y tenemos confianza en Dios, nos daremos cuenta de que cada prueba, cada tribulación, es como una piedra arrojada sobre las quietas aguas de nuestra vida, que nos trae más cerca de nuestro objetivo. Salmos.28:7

13/11/12

Disfruta de la vida

Un hombre rico y emprendedor se horrorizó cuando vio a un pescador tranquilamente recostado junto a su barca contemplando el mar y fumando apaciblemente su pipa después de haber vendido el pescado. -¿Por qué? ¿No has salido a pescar? le preguntó el hombre emprendedor. -Porque ya he pescado bastante por hoy - respondió el apacible pescador. -¿Por qué? ¿No pescas más de lo que necesitas? -Insistió el industrial. -¿Y qué iba a hacer con ello? - preguntó a su vez el pescador. -Ganarías más dinero. Fue la respuesta. Podrías poner un motor nuevo que haría más potente a tu barca. Y podrías ir a aguas más profundas y pescar más peces. Ganarías lo suficiente para comprarte unas redes de nylon, con las que sacarías más peces y más dinero. Pronto ganarías para tener dos barcas. Y hasta una verdadera flota. Entonces serías rico y poderoso como yo. -¿Y que haría entonces? - preguntó de nuevo el pescador. -Podrías sentarte y disfrutar de la vida respondió el hombre emprendedor. -¿Y qué crees que estoy haciendo en este preciso momento? - respondió sonriendo el apacible pescador. ¡Eso es precisamente lo que hago! Contentarse con la vida que Dios nos ha concedido es disfrutar la mayor de las riquezas. 1Timoteo.6:6

Cuando te sientas estresado

Hace algunos años fui al doctor porque estaba constantemente enferma. Él me dijo que los síntomas eran el resultado de estar estresada. Estaba durmiendo mal, alimentándome inadecuadamente y exigiéndome más y más -todo en nombre del servicio al Señor-. La palabra estrés era originalmente un término de ingeniería usado para referirse a la cantidad de fuerza que un balancín, u otro soporte físico, podía sostener bajo presión sin colapsar. En nuestro tiempo el término estrés ha sido ampliado para incluir la presión mental y emocional. El estrés es algo normal en la vida de todos. Dios nos ha creado con la capacidad de sobrellevar una cierta cantidad de presión y tensión. El problema se suscita cuando nos esforzamos más allá de nuestras limitaciones, lo que nos puede llegar a ocasionar un daño permanente. La paz está destinada a ser la condición natural de todo creyente en Jesucristo. Él es el Príncipe de Paz, y en Jesús encontramos nuestra herencia de paz. Es un don del Espíritu Santo que Él nos da cuando vivimos en obediencia a su Palabra. La paz que Dios da se manifiesta en tiempos buenos o malos, cuando hay abundancia o escasez. Su paz opera en medio de la tormenta. Filipenses.4:6-7

3/10/12

Falsos profetas

Este vino a Jesús de noche y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer estas señales que tú haces si no está Dios con él. Juan.3:2 Es evidente que Nicodemo estaba inquieto por lo que veía en la persona de Cristo. Sus compañeros fariseos permanentemente buscaban la manera de desacreditarlo. Nicodemo, sin embargo, procuró hablarle a solas, tomando las precauciones necesarias para que no lo vieran. La primera frase que pronunció el fariseo revela uno de los más comunes errores en nuestra cultura: creer que las buenas obras son una señal incuestionable de la presencia de Dios en la vida de una persona. Es una de las razones por lo que existe tanta confusión acerca de quiénes son verdaderamente los siervos de Dios entre nosotros. No pasa semana en la cual no converso con alguna persona que señala la abundancia de «señales» en algún ministerio, como clara evidencia de la operación del Espíritu en la vida de algún líder. Debemos recordar que el enemigo también tiene poder para obrar milagros. Cuando Moisés se presentó delante del faraón y convirtió su vara en serpiente, los magos de la corte hicieron exactamente lo mismo. En Mateo.7:22 Cristo solemnemente advierte que en el día del juicio final se presentarán delante de él personas que le dirán: «Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?», ¡personas que él no conoce! ¡Cuán profundamente defraudados se sentirán al escuchar de la boca de Cristo que él los llama «hacedores de maldad»! No obstante el contenido dramático de este texto, en veinticinco años de experiencia ministerial he visto al pueblo de Dios seducido una y otra vez por este concepto. Han desfilado por la iglesia un sin número de profetas, sanadores y hacedores de milagros. Deslumbrados por sus obras, no nos detuvimos a pensar que muchos de ellos no mostraban la verdadera señal de una persona consagrada a Dios, aquella señal que el diablo no puede imitar, ni falsificar. Cristo indicó que esta señal es la ÚNICA evidencia de la obra de Dios: haber nacido a una nueva vida por la exclusiva acción del Espíritu Santo. Es la obra soberana del Espíritu la que produce en el ser humano un corazón regenerado que se manifiesta en actitudes completamente diferentes a la de las personas que viven en tinieblas. En esa vida se podrá ver claramente el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fidelidad, la mansedumbre y el dominio propio (Gá. 5:22–23). La Palabra claramente señala que los hombres serán conocidos por estos frutos. Para pensar: ¿Implica esto que todos los que obran milagros son indignos de nuestras confianza? ¡De ninguna manera! Dios ha dado a su pueblo acceso a todas las manifestaciones del Espíritu, incluyendo la posibilidad de obrar milagros, señales y prodigios. No debemos, sin embargo, mirar estas manifestaciones para evaluar si un ministerio es genuino, sino la vida de la persona que está detrás del ministerio. Los que caminan con Dios indefectiblemente tendrán perfume de cosas santas y se verá en sus vidas el mismo carácter del varón de Galilea.

9/3/12

¿Cómo estas mirando la vida?

Se cuenta la historia de gemelos idénticos: uno lleno de optimismo que a menudo solía decir: ¡Todo está saliendo color de rosas! y el otro, un pesimista triste y sin esperanza que de continuo esperaba que sucediera lo peor. Los padres preocupados por los gemelos los trajeron a un psicólogo, con la esperanza de que él pudiera ayudarlos a balancear sus personalidades. El psicólogo sugirió que en el próximo cumpleaños de los gemelos, los padres los pusieran en habitaciones separadas para abrir sus regalos. -Denle al pesimista los mejores regalos que puedan comprar -les dijo el psicólogo- , y al optimista una caja de estiércol. Los padres hicieron como se les dijo. Cuando miraron a hurtadillas al gemelo pesimista, lo escucharon quejarse: -No me gusta el color de este juguete. ¡Apuesto a que este juego se va a romper! No me gusta jugar a este juego. ¡Conozco a alguien que tiene uno mejor que este! Atravesando de puntilla el pasillo, los padres miraron a hurtadillas y vieron a su hijo optimista, que con alegría tiraba al aire el estiércol. Se estaba riendo mientras decía: - ¡No puedes engañarme! ¡Donde hay tanto estiércol, tiene que haber un caballo! ¿Cómo estas mirando la vida hoy? ¿Cómo un accidente que está esperando por suceder, o una bendición a punto de ser recibida? La gente más feliz no necesariamente tiene lo mejor de todo. Ellos hacen lo mejor de las cosas. No que hable porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:11,13

7/3/12

Las tres mujeres

Una hermosa historia cuenta de una cristiana que soñó con tres mujeres que estaban en oración. Mientras permanecían de rodillas, el Maestro se les acercó. Se acercó a la primera, se inclinó hacia ella con gracia y ternura, con una sonrisa llena de radiante amor y le habló con voz pura, dulce y musical. Apartándose de ella, se acercó a la segunda, pero solamente le puso la mano sobre la cabeza inclinada, y le dio una mirada de aprobación. Pasó junto a la tercera en forma casi abrupta; no se detuvo a hablarle, ni a mirarla. La mujer, en su sueño, pensó: ¡Qué grande debe ser su amor por la primera! A la segunda le dio su aprobación sin las demostraciones de amor que le hizo a la primera; la tercera debe de haberle ofendido profundamente, porque Él no le dirigió una sola palabra y ni siquiera una mirada al pasar. ¿Qué habrá hecho, y por qué hizo tanta diferencia entre ellas? Mientras trataba de explicarse la acción del Señor, Él mismo se le acercó y le dijo: “— Mujer, ¡qué mal me has interpretado! La primera mujer necesita todo el peso de mi ternura y cuidado para poder afirmar el pie en el camino angosto. Ella necesita mi amor, mi interés y ayuda todo el día. Sin él, fallaría y caería. La segunda tiene una fe más fuerte y un amor más profundo, y puedo estar tranquilo porque confía en mi, no importa lo que haga la gente. La tercera, que según tú no noté y aún descuidé, tiene una fe y un amor de la más fina calidad. A ella la preparo por medio de un proceso rápido y drástico para un servició sublime y santo. Ella me conoce tan íntimamente, y confía en mí hasta tal punto, que no depende de palabras ni de miradas ni de ninguna demostración externa de mi aprobación. No desmaya ni se desalienta ante ninguna de las circunstancias por las que la hago pasar. Confía en mí aun cuando el sentido, la razón y los instintos más finos del corazón natural se rebelarían. Sabe que estoy trabajando en ella para la eternidad, y aunque lo que hago no se lo explica ahora, lo entenderá después. Callo en mi amor, porque amo más que lo que las palabras pueden expresar, o el corazón humano puede entender. Callo por amor a ti, para que aprendas a amarme y a confiar en mí en respuesta espontánea y espiritual a mi amor, sin que ningún estímulo externo pida tal respuesta. Dios hizo la Mujer como un regalo viviente. Mirémosla y tratémosla como tal. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Genesis 2:22.

Hola Papi

Todo pasó una mañana muy temprano cuando me estaba preparando para ir a un campamento, ya que nos habían invitado a dirigir la alabanza. Estaba tan apurado que no me percaté de que mi hija Zuri de 3 años de edad se había despertado y me veía detenidamente y a la vez con curiosidad. Mientras seguía apurado empacando mis cosas, dirigí mi mirada hacia donde estaba ella. - Hola papi, me dijo sonriendo. Esas sencillas palabras me conmovieron a tal grado que dejé por un minuto lo que estaba haciendo , la levanté del suelo y la abracé fuerte. - Hola hijita, fue mi respuesta. Al llegar al campamento y comenzar la alabanza le dije a Jesús: “Hola papi” con todo mi corazón. Se que logré que su corazón se conmoviera así como el mío al escuchar esas palabras. ¿Hace cuánto tiempo que no le dices a tu Padre celestial “Hola Papi” o “Te amo Papi”? Salmo 63:1 Oh Dios, tú eres mi Dios; yo te busco intensamente. Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela,

3/3/12

La carta

Me gustaría ser una carta de las que lleva en su bolsa el cartero después de volar en avión y cruzar los mares. Me gustaría llevar noticias agradables, o consuelo cuando las noticias son desagradables, palabras de perdón, de disculpa o aliento. Me gustaría ser una carta escrita por un niño, con sus rasgos vacilantes, pidiendo ingenuamente juguetes a los Reyes magos. Y si fuera la humilde carta dirigida a un campesino, sería muy feliz de poder decirle muchas cosas que alentaran su vida. También me gustaría ser una carta escrita por un gran personaje para así ser guardada y poder llegar a ser un día una pieza de museo. Si fuera una carta me gustaría transmitir algo hermoso y recibir un beso lleno de emoción después de ser leída. Y la Biblia me dice que puedo serlo, que realmente lo soy, una carta abierta donde todos pueden leer mi testimonio. El mensaje vivo de mi fe, la transmisión de mi amor y la fuerza de mi esperanza. 1 Timoteo 4:12 Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza.

29/2/12

¿Rico? ¿Para qué?

Este es uno de los consejos que Pablo le dio a Timoteo en cuanto a ser rico. Bastante directo. Si tú deseas ser rico (Si ganas más de $2,500 por año, estás en el 50% del mundo. $30,000…en el 5%) el tener posesiones, cosas lindas, entonces deberías también desear hacer bien con esas cosas. Luchas para ganar suficiente dinero y estar cómodo, al punto de que estás cansado, descuidando a tu familia, amigos o Dios? Entonces deberías luchar de igual manera para hacer bien a los demás con lo que tienes y con lo que ganas. Deberías tener el mismo deseo de hacer bien, de dar, de compartir. Si no lo haces, entonces has perdido de vista el punto y no entiendes lo que se te ha dado. De hecho, probablemente alabes más a tu dinero y posesiones que a Dios. Y muchos de nosotros que tenemos más de lo que necesitamos terminamos desperdiciando nuestro ingreso en cosas frívolas. Cuidado con lo que te esfuerzas por tener. Con las bendiciones, viene responsabilidad. Mientras más grande la bendiciones, más grande la responsabilidad. Si descuidas esa responsabilidad, entonces lo más probable, es que también estés descuidando otras cosas importantes: Dios, familia y amigos.