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» La Naturaleza del Verdadero Arrepentimiento - Thomas Watson

Les mostraré lo que es el arrepentimiento evangélico. El arrepentimiento es una gracia del Espíritu de Dios donde un pecador es humillado por dentro y es cambiado notablemente. Para una mayor ampliación, sepan que el arrepentimiento es una medicina hecha de ingredientes especiales. Si falta uno de esos ingredientes, el arrepentimiento pierde su virtud. Ingrediente 1: RECONOCIMIENTO DEL PECADO La primera parte de la obra sanadora de Cristo es aplicar el ojo salvador. Es la gran cosa que se puede notar en el arrepentimiento del hijo prodigo: “volvió en sí”. Lucas 15:17 "Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!" Él se vio a sí mismo como un pecador y nada más que un pecador. Antes de que un hombre pueda ir a Cristo debe primero ir a sí mismo. Primero debe reconocer y considerar lo que es su pecado, y conocer la plaga que es el pecado en su corazón, antes de que pueda ser debidamente humillado por su pecado. La primera cosa que Dios hizo fue la luz. La primera cosa que Dios da a los pecadores es la iluminación. El ojo fue hecho para ver y para llorar. El pecado primero debe ser visto antes de que podamos llorar por el. Por lo tanto, yo infiero que si alguien no puede ver su pecado, no puede arrepentirse. Muchos que buscan faltas en otros, no ven ninguna en ellos mismos. Ellos dicen que ellos tienen corazones buenos. ¿No es extraño que dos vivan juntos, sin que se conozcan el uno al otro? Ese es el caso del pecado. Su cuerpo y su alma viven juntas, y sin embargo es inconsciente de sí mismo. Él no conoce su propio corazón. Debajo de un velo, está oculto un rostro deformado. Las personas están veladas con ignorancia y amor propio. Por lo tanto, ellos no ven cuan deformada están sus almas. Ingrediente 2: PENA POR EL PECADO Ambrosio llama pena a la amargura del alma. La palabra Hebrea “estar apenado” significa, “tener el alma como si esta estuviera crucificada”. Esto debe ocurrir en el verdadero arrepentimiento: Isaías 12:10 “mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán” Llorarán como si sintieran los clavos de la cruz entrando en sus propios cuerpos. Una mujer puede esperar tener un niño sin dolor, como alguno puede tener arrepentimiento sin culpa. El que pueda creer sin dudas, debe sospechar de si su fe es verdadera; y el que se pueda arrepentirse sin pena, debe sospechar de si su arrepentimiento es verdadero. Salmos 51:17 "Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; Al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." Joel 2:13 "Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y que se duele del castigo" Ingrediente 3: CONFESION DEL PECADO Este pesar es una pasión vehemente que tendrá que ventilarse, liberarse, salirse, soltarse. Esta tristeza se ventila a sí misma en los ojos al llorar y en la boca al confesar: Nehemías 9:2 “Y ya se había apartado la descendencia de Israel de todos los extranjeros; y estando en pie, confesaron sus pecados, y las iniquidades de sus padres." Oseas 5:15 "Andaré y volveré a mi lugar, hasta que reconozcan su pecado y busquen mi rostro. En su angustia me buscarán." La confesión es una acusación a uno mismo. 2 Samuel 24:17 "Y David dijo a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva contra mí, y contra la casa de mi padre." Esto no es común entre los hombres. Los hombres nunca quieren acusarse ellos mismos, pero cuando venimos ante Dios, nos debemos acusar nosotros mismos. De hecho, el pecador humilde hace más que acusarse a sí mismo; él se sienta en el juicio, y emite sentencia contra él mismo. Él confiesa que merece estar bajo la ira de Dios. Ingrediente 4: VERGÜENZA POR EL PECADO El cuarto ingrediente del arrepentimiento es la vergüenza: Ezequiel 43:10 Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados; y midan el diseño de ella. El sonrojarse es el color de la virtud. Cuando el corazón se ha vuelto negro por el pecado, la gracia enrojece el rostro con el sonrojamiento: “Esdras 9:6 y dije: Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza, y nuestros delitos han crecido hasta el cielo. El hijo prodigo estuvo tan avergonzado de sus pecados que pensó que no era digno de que su Padre lo tratara como a su hijo. Lucas 15:21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Ingrediente 5: ABORRECIMIENTO DEL PECADO El quinto ingrediente del arrepentimiento genuino es el aborrecimiento del pecado. Hay un aborrecimiento, un odio hacia las abominaciones: Ezequiel 36:31 Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. Una persona que se arrepiéntete de verdad es un aborrecedor del pecado. Si el hombre odia lo que hace que su estomago enferme, mucho más odiará lo que hace que se conciencia se enferme. Aborrecer el pecado es más que dejarlo. Uno puede dejar el pecado por temor, pero la repugnancia y aborrecimiento del pecador es un odio hacia éste. Cristo nunca es amado hasta que el pecado es odiado. El cielo nunca es anhelado hasta que el pecado es aborrecido. El arrepentimiento genuino comienza en el amor de Dios y termina en el aborrecimiento del pecado. Ingrediente 6: VOLVERSE DEL PECADO El sexto ingrediente del arrepentimiento es volverse del pecado. El verdadero arrepentimiento, como un acido cítrico, destruye la cadena de hierro del pecado. Ezequiel 14:6 “Por tanto, di a la casa de Israel: Así dice Jehová el Señor: Convertíos, y volveos de vuestros ídolos, y apartad vuestro rostro de todas vuestras abominaciones.” Ese volverse del pecado es llamado un “dejar el pecado”. Isaías 55:7 Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Es llamado un “echar de uno la iniquidad”. Job 11:14 Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, Y no consintieres que more en tu casa la injusticia. La muerte del pecado es la vida del arrepentimiento. El mismo día que un cristiano se vuelve del pecado, debe comenzar poner al pecado en un ayuno perpetuo. El ojo debe ayunar de miradas impuras. El oído debe ayunar de escuchar chismes. La lengua debe ayunar de ofensas. Las manos debes ayunar de dar soborno. Los pies deben ayunar del camino de ir a la prostituta. Y el alma debe ayunar de amar la perversidad. Este volverse del pecado implica un cambio notable. Hay un cambio radical en el corazón. En el arrepentimiento, Cristo convierte el corazón de piedra en un corazón de carne. Hay un cambio radical en la vida. Volverse del pecado es algo tan visible que otros pueden darse cuenta. Es llamado un cambio de la oscuridad a la luz. Efesios 5:8 Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. Un barco esta yendo al este; y viene un viento y lo cambia al oeste. Igualmente, un hombre está yendo al infierno antes de que el viento contrario del Espíritu Santo sople, cambie su dirección y cause que navegue al cielo. El arrepentimiento produce un cambio visible en una persona, que hace que parezca como si otra alma hubiese tomado lugar en el mismo cuerpo. fuente: www.tronodegracia.com

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